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Liderazgo y calidad educativa (página 2)



Partes: 1, 2

Dentro de la práctica directiva emplea
técnicas de administración, donde se
acentúan los roles, a partir de la estructura de la
institución: se define claramente lo que le toca hacer a
cada integrante del colectivo escolar. Asimismo, la
implementación de reuniones y el levantamiento de actas,
son una característica de este estilo. Tenemos que el
funcionamiento de la escuela, está supeditada al protocolo
administrativo (Ball, 1994), y toca al directivo "decidir" sobre
el futuro de la institución, mientras que a los
profesores, les corresponde "ejecutar" las decisiones del
líder.

El político antagónico

Su pilar es, al igual que el interpersonal, la
conversación. La diferencia entre ambos, es que mientras
en el estilo interpersonal las conversaciones se presentan en el
ámbito privado, en el presente estilo, se trasladan al
espacio público. Los participantes describen la toma de
decisiones como enfrentamientos verbales. Por otra parte, los
tópicos que aborda el líder político
antagónico, son menos triviales que los revisados por el
director interpersonal.

El director político-antagónico es
hábil en el debate público, así como en la
medición objetiva de la correlación de fuerzas al
interior de la institución. Este tipo de líder,
acentúa los bandos en el centro de trabajo:
alienta y recompensa a sus aliados, mientras que a los
adversarios los neutraliza o los contenta, según
convenga a los intereses del líder (Ball,
1994).

El político autoritario

Ball (1994, p. 116) establece la diferencia entre la
dicotomía del líder político: "Si el
director antagonista busca persuadir y convencer, el autoritario
se preocupa directamente de imponerse". El director autoritario
expone, no debate; debido a que evita, impide o ignora a las
voces que disienten. La discusión sobre asuntos de la
institución, son consideradas como actos subversivos que
representan una amenaza potencial a la autoridad del director.
Este tipo ideal, se asemeja al líder patriarcal de Weber
(1984) el cual deposita su autoridad en un sistema de normas
inviolables.

El político autoritario es eminentemente
institucional: el mantenimiento del status quo
es su principal tarea, a diferencia del líder
antagónico. Mediante el reclutamiento selectivo
–perfiles dóciles- pretende hegemonizar los espacios
públicos y privados del centro educativo.

En nuestro contexto actual se necesita la emergencia de
un tipo distinto de liderazgo: uno político
académico
, donde la capacidad de persuasión no
se base en la suministración de canonjías –
en el mejor de los casos- ni en la decisión
autocrática del líder – en el peor de ellos-,
sino en la persuasión
teórica[1]

El político
académico
[2]deberá incorporar
la investigación como base de la gestión
pedagógica que realice al seno de la institución
(Namo, 2002). Este tipo de líder deberá aclarar la
visión y la misión del centro educativo, mismas que
se retroalimentarán con los puntos de vista de cada
integrante del colectivo: la visión se construirá
desde abajo, con una guía desde arriba.

El directivo político académico,
deberá andamiar la participación de los
distintos miembros de la comunidad escolar. En el entendido de
que "la peor política es la ausencia de política"
(Namo, 2002, p. 68) el directivo deberá cimentar su
actuación política en el conocimiento a profundidad
tanto del contexto global, como del institucional, los cuales
determinan históricamente las prácticas directivas
y docentes. Un accionar en espiral: un aspecto fáctico
orientado por la teoría, y reflexionado desde esta, para
retroalimentar y/o reorientar la
praxis[3]directiva.

Este tipo de líder, en suma, deberá asumir
las siguientes funciones… "(un promotor para) el cambio
social, para el progreso económico de su comunidad y en
formar hombres y mujeres capaces de deseos de triunfar
(…)" (Guadamuz, 2002; en Namo 2002, p. 97).

Este tipo ideal de político
académico
rehuye a la expectativa actual de los
líderes educativos donde se espera… "que los
líderes actúen, al mismo tiempo, como gestores,
administradores, negociadores y gerentes en la competencia por
recursos" (Cano, 2001, p. 82). El director político
académico
va mucho más allá de un mero
administrador de recursos, y no se puede supeditar a este aspecto
de la gestión.

Este directivo, concibe como necesaria una
vinculación de la escuela básica con las
universidades y las escuelas normales, ya que la
interacción suscitada entre profesores y alumnos de
educación primaria, por una parte, estudiantes y
profesores de las instituciones formadoras y actualizadoras de
docentes, y estudiantes y catedráticos de las carreras de
Ciencias de la Educación, Psicología y Sistemas
Computacionales, por la otra; formarían un tercer
vértice de interacción; e integrarían un
triángulo de vinculación permanente entre la
teoría y práctica (Heller, 1977).

Este directivo sería un constante promotor del
cambio educativo al seno de la institución, que como un
líder de origen carismático weberiano,
tendría autoridad moral para esta promoción de
procesos de cambio.

La vinculación con agentes externos
tendría como objetivo, la conexión del centro
educativo con otras visiones de lo educativo: un
rompimiento del cerco escolar –en sentido figurado- para
abrir la escuela a lo exterior. Sobre esta estrategia, Carbonell,
J. (2002, p. 30), comenta:

"Estamos hablando de referentes y ayudas tan diversos
como pueden ser el asesoramiento externo que estimula, mediante
el conocimiento que aporta la distancia, la reflexión y la
toma de decisiones; la colaboración de profesores y
profesoras de otros lugares que visitan los centros, entran en
las aulas y, con sus observaciones y críticas, enriquecen
el conocimiento escolar y la práctica docente y abren
nuevas perspectivas de análisis e intervención,; o
la existencia de colectivos y movimientos de renovación
pedagógica".

El político académico
enfrentaría los aspectos del dominio y de la
integración, citados por Ball (1994) de la siguiente
manera:

  • El dominio: Este directivo, ejercerá su
    autoridad, desde los espacios de la investigación
    educativa. El líder orienta las acciones del centro
    educativo mediante reflexiones teóricas grupales e
    individuales. Esta orientación, deberá ser
    democrática, no impuesta: el director propondrá
    líneas de acción, fundamentadas
    teóricamente, lo que permitirá un
    diálogo al interior del
    colectivo[4]

  • La integración: Los elementos de la
    institución, se apropiarán de la visión
    y la misión de la escuela, a partir de la
    argumentación teórica a favor de ellas. La
    unidad del colectivo, en este supuesto, será real, no
    ficticia.

El directivo político académico,
enfrentará dificultades en su espacio de acción:
pues actualmente nadie está obligado a innovar
(Carbonell, 2002), el liderazgo que desarrolle será uno de
corte democrático, el cual "…parte del supuesto de
que el líder, para ejercer su liderazgo, considera
puntualmente los intereses, las opiniones y, en síntesis,
el rango de autoridad del grupo, autoridad de la que el
líder pasa a operar como representante" (Cano, 2001, p.
84).

El directivo político académico
deberá tener la capacidad de tender redes –tanto
reales como virtuales- con otras instituciones (Miranda, J.
2004), donde se privilegie el debate teórico, y se
atiendan los intereses de la generalidad, por encima de los
intereses personales o de grupo.

El directivo político académico
se nutre de las ideas de cambio de los investigadores educativos.
La teoría es el mejor norte para llegar a los linderos de
la innovación y el cambio educativo. Este tipo ideal se
gesta en las aulas de los postgrados de instituciones reconocidas
dentro del ámbito de la Investigación Educativa. El
político académico hace suya la tesis de
Porlán (1997), sobre el conocimiento y la ignorancia:
entre más conoce un individuo, su desconocimiento de la
realidad aumenta. Dentro de la línea de pensamiento de
Bachelard (1994): el conocer, acercará, más dudas
que respuestas.

El político académico,
deberá ir ocupando los espacios directivos de nuestras
instituciones, y cuando eso suceda, podremos re-significar el
concepto de calidad educativa desde una mirada que tiene que ver
con distribución del conocimiento al interior de las
escuelas. La interlocución de este directivo tendrá
que fundarse en la información y el
conocimiento.

Referencias

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espíritu científico. Contribución a un
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México: Fondo de Cultura Económica.

 

[1] Entendida esta, como la capacidad de
persuadir a partir de argumentos fundamentados
teóricamente. Desde esta perspectiva la
confrontación del estilo político
antagónico, se transformaría un debate
académico, donde se discutiría en el plano
teórico y factual de los acontecimientos, sin trastocar
los aspectos personales.

[2] Depositario de un liderazgo
académico, en el sentido planteado por Cano (2001, p. 81)
… “aquella actitud que caracteriza a ciertos
profesores e investigadores, de común al margen de
intereses privados (…), consistente en apoyar al personal
que aún se encuentra en etapa de formación; a la
institución, presentando iniciativas de motu propio, sin
que medie obligación expresa y que van más
allá de la función designada, estimulando y
participando activamente en la reflexión
sistemática de la problemática en curso”.

[3] Praxis concebida desde la perspectiva
gramsciana: una práctica conciente y reflexiva (Gramsci,
1998).

[4] Recordemos a Elliott (1990, 1991) y
Stenhouse (1991) cuando emprenden las reformas curriculares en el
Reino Unido y detentan un liderazgo con algunos rasgos de este
tipo.

 

 

Autor:

Jesús Bernardo Miranda
Esquer

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